miércoles, 22 de enero de 2014

El modelo biopsicosocial y el aprendizaje a lo largo de toda la vida

Trabajando con un texto de la asignatura de “Desarrollo para la igualdad y la diversidad” me encontré un fragmento que tenía relación con la educación de adultos. Para encuadrarnos un poquito, lo que se decía previamente en el documento es que una vez nacido un bebé, necesariamente sexuado, un nuevo mecanismo aparece de inmediato: la reflexividad humana, es decir, la capacidad de reflexionar sobre la información que nos llega de los diferentes sentidos, nutriéndose esta de los sistemas de creencias sociales con los cuales, a su vez, está en permanente interacción. Después de esto leí:

El modelo biopsicosocial establece también, en contra de algunas creencias todavía hoy vigentes, que la evolución, el desarrollo o el aprendizaje ocurren a lo largo de toda la vida, no siendo cierto que estos acaben en la adolescencia o en la edad adulta, con lo que aparece la segunda mitad de la vida como una etapa, en el mejor de los casos, de puro mantenimiento de lo aprendido, para entrar después, con la vejez, en la fase de la dependencia o declive.
Fernández Sánchez, J. (2004). Psicología y género. Cap. 2: Perspectiva evolutiva: identidades y desarrollos de comportamientos según el género.

Ese fragmento me recordó a los textos que había leído para las EPDs de esta asignatura de Sarrarte y Pérez de Guzmán y Pérez Serrano.

A modo de recorrido, decir que en el siglo XXI, la necesidad de insertar los principios del aprendizaje a lo largo de toda la vida en la educación y en políticas de desarrollo más amplias asume un carácter más urgente que nunca antes. Estos principios, si se implementan sistemáticamente, podrán contribuir al establecimiento de sociedades más justas y equitativas.
Mientras que en la segunda mitad del siglo XX se partía de una educación definitiva con actualizaciones permanentes de los conocimientos, en el siglo XXI las exigencias son mayores. La irrupción de las tecnologías digitales en la sociedad exige la formación de la ciudadanía como un proceso educativo inacabado que se extiende durante toda su vida.

Las tecnologías digitales provocan nuevas formas de apropiación de la realidad donde el conocimiento no es eterno, cerrado e inamovible, sino caduco, abierto y cambiante. No existen verdades absolutas y hay que estar abiertos a nuevas interpretaciones simultáneas de la realidad, lo que podremos controlar si hemos sido alfabetizados digitalmente y si mantenemos una «Educación a lo Largo de Toda la Vida», abarcando este el aprendizaje en todas las edades y modalidades: formal, no formal e informal. 

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