Buscando
información sobre cómo las nuevas tecnologías pueden beneficiar a la comunidad
sorda, encontré este artículo que reflexiona sobre la necesidad de un subtítulo
correcto que se adecue a las particularidades de cada persona sorda. A continuación dejo :
Con el nacimiento del llamado “cine
mudo”, se crearon recursos para hacerse entender más allá del habla. Entre
ellos se utilizó la palabra impresa y los gestos, así como la música. Pero, ¿Estaba
la población sorda preparada para entender estos recursos? En las películas aparecían intertítulos, información
de la trama, también con diálogos, que se generaban entre cuadro y cuadro, por
eso podemos decir que el cine mudo realmente nunca lo fue ya que contó con la
palabra escrita, la música y, en ocasiones, personas que cercanas a la pantalla
doblaban a los actores.
La situación se complicó cuando llegó
el cine sonoro. Desde aquel momento se hizo extensivo el subtítulo, presentación
de diálogos, sin información de la trama, pero la música como recurso lúdico,
educativo, artísticos, etc. seguía estando privada. Algo positivo a resaltar,
es la Ley 15/2001 de 9 de julio, de fomento y promoción de la cinematografía y el
sector audiovisual que establece que el gobierno favorecer la enseñanza de la
cinematografía y del audio visual en el sistema educativo, articulando
proyectos específicos para eliminar las barreras de comunicación que dificulten
el acceso a estas obras por parte de personas con discapacidad sensorial. De
este modo, los logros por acercar el cine a esta comunidad son importantes,
pero siguen siendo insuficientes. Lo que nos lleva a preguntarnos ¿Son
suficientes los subtítulos generados en la parte inferior de la pantalla?
La diferenciación cromática, previa
indicación, y correspondencia personaje-color en los subtítulos, ha posibilitado
la accesibilidad o el acercamiento del cine a las personas sordas. También resulta
necesario un modelo de adaptación con lenguaje directo que agilice la comprensión,
de la manera más cercana que permita entender el lenguaje escrito, por la
comunidad sorda. Es decir, saber, con la mayor precisión posible, lo que los
actores oyentes dialogan en las diferentes secuencias. Muy importante no
olvidar hacia quiénes van dirigidos y hacerlo de forma cercana a los modos de
comprensión de esta población de discapacitados sensitivos. Este planteamiento
nos lleva a la siguiente necesidad.
El cine subtitulado que se está
realizando en este momento está demasiado cercano al oyente y hay que resaltar
las diferencias entre la sintaxis del sordo y del oyente, es decir, el ajuste a
su capacidad de lectoescritura y especificidades sintácticas. Lo que nos hace
cuestionarnos para quiénes van destinados los subtítulos actuales. Igual que el cine oyente puede elegir
el idioma, el sordo podría elegir la complejidad a la hora de acceder a la
información, es decir, integrar varios niveles y cambiar de uno según sus
necesidades. Otra opción es la de valerse de la lengua de signos en un espacio
determinado para ello, dando la oportunidad de suplir o mantener la lengua escrita,
aprovechando el color, la intensidad, la forma y el tamaño de los subtítulos.
El cine, como espectáculo íntegro, contribuye
a la creación ideológica, educativa y cultural pero las personas sordas tienen limitada
la posibilidad de acceder a ello de forma plena. En resumidas cuentas, se debe
ir avanzando un poco más en este sentido, desde la propia comunidad educativa,
hasta los demás colectivos vinculados o sensibilizados con esta carencia de la
población sorda para hacer hincapié en el hecho de incorporar las posibilidades
que ofrecen las nuevas tecnologías para erradicar esta imposibilidad de
comprensión, que se traduce en una comunicación disfuncional.